6 de noviembre, beato Alfonso López, presbítero, y compañeros, mártires, I Orden

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LITURGIA DE LAS HORAS PROPIO DE LA FAMILIA FRANCISCANA

6 de noviembre
MÁRTIRES FRANCISCANOS DE ESPAÑA
EN EL SIGLO XX
Memoria obligatoria para la Familia Franciscana de España

BEATO ALFONSO LÓPEZ, PRESBÍTERO,
y COMPAÑEROS, MÁRTIRES, I ORDEN
Memoria obligatoria para OFMConv

Alfonso López dio su vida como testimonio de la fe, en los primeros días de la persecución religiosa en España de 1936, junto con otros cinco Hermanos Menores Conventuales: Modesto Vegas, Dionisio Vicente, Pedro Rivera, presbíteros, Francisco Remón y Miguel Remón, hermanos laicos, miembros de la comunidad de Granollers.
Alfonso López nació en Secorún (Huesca) en 1878. Tratando de dar respuesta a su vocación religiosa intentó ingresar en los Benedictinos, pero desistió enseguida, incorporándose a los Hermanos Menores Conventuales, en Granollers, en 1906. Hizo su noviciado en Ósimo (Italia) y allí emitió su profesión religiosa. Ordenado presbítero en 1911, regresó a Granollers, donde fue director de las «Escuelas Antonianas» y responsable de la formación de los postulantes y novicios. El ministerio de la reconciliación y el acompañamiento espiritual fueron igualmente campos de su apostolado predilecto. Al desencadenarse la persecución religiosa en julio de 1936, fue apresado y martirizado en la tarde del 3 de agosto de 1936. El resto de hermanos de hábito recibió el martirio entre el 27 de julio y los primeros días de septiembre de ese mismo año.
Fueron beatificados por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001, en el numeroso grupo de 233 mártires, en su mayoría de la comunidad valenciana, 50 de ellos miembros de la Familia Franciscana.
Del Común de varios mártires.
Himnos castellanos en el Apéndice I.

Oficio de lectura

SEGUNDA LECTURA
De una Homilía del beato Pedro Rivera, presbítero y mártir
(Escritos inéditos del beato Pedro Rivera: Arch. Post. Gen. OFMConv)

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?

Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

¿Qué es amor? ¿Qué sentido encierra ese vocablo que todos los labios pronuncian? ¿Qué arcanos misteriosos encierra tal palabra? Amor, todos lo comprenden, todos entienden qué cosa es amar, y, no obstante, no todos saben expresarlo, mas, si por los efectos se puede conocer la causa, yo diría que el amor es cierta propensión, cierto inefable atractivo que impele a unirse e identificarse con el objeto amado; pero a pesar de ser acto tan simple, es más fuerte que la misma muerte, y, cuando es verdadero, sus lazos son indisolubles.

Por eso decía san Pablo: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Ninguna criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor. ¿Queréis, si no, conocer cuán potente sea el amor? Tomad un crucifijo, contemplad el cuerpo renegrido, despedazado y traspasado, mirad el rostro afeado, impunemente escupido y ultrajado de un DiosHombre, y pedidle, si no comprendéis, la causa de tanta desolación. Sin duda que al punto comprenderéis que Jesús padece tanto sólo por amor a los hombres, sólo por amor nuestro. ¡Oh amor, cuánto puedes! ¿Quién dudará llamarte omnipotente, viendo cómo y a qué obligas al mismo Dios?

Pero a nuestro parecer, ese amor omnipotente, ese amor que obra tan grandes prodigios, no podía hacer mayores cosas que las que llevó a cabo en el misterio de nuestra Redención. ¡Oh grandezas del amor! El, no contento con hacer bajar a nuestro Dios de los cielos y padecer tan acerbos tormentos, le obliga a inventar en su infinita sabiduría un medio inefable para unirse e identificarse con nosotros, medio que jamás los hombres hubieran soñado, medio por el que Jesús puede estar siempre con nosotros de un modo real y verdadero.

Sí, inventó el sacramento de la sagrada Eucaristía, sacramento admirable, y como por nuestro amor lo inventó, como por nuestro amor lo sigue perpetuando y seguirá hasta la consumación de los siglos, como por nuestro amor se nos da, ¿no es este sacramento verdadera prenda de su amor? «Se nos da la prenda de la gloria futura», repite a menudo la Iglesia. Y como la gloria eterna de los bienaventurados principalmente consiste en ser amados por el Sumo Bien, al decir que este sacramento es prenda de nuestra futura gloria, es como si dijera: es prenda segura del amor de nuestro Dios. ¡Oh Dios amable! ¡Oh prenda preciosa! ¡Oh sacramento inefable, que unes a Dios con los hombres!

RESPONSORIO                                                                                                                  Cf Sal 132, 1
R. Ésta fue la verdadera fraternidad de los hermanos, que permaneció unida en el combate: derramando su sangre siguieron al Señor. * Despreciando las seducciones del mundo, alcanzaron el reino de los cielos.
V. Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos. * Despreciando las seducciones del mundo.

La oración como en Laudes.

Laudes

Benedictus, ant. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Oración

Dios Padre misericordioso, que concediste a los beatos mártires Alfonso y compañeros testimoniar la fe en Cristo y perdonar a los enemigos, haz que, fortalecidos por su ejemplo, nos mantengamos firmes en la confesión de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.

Vísperas

Magníficat, ant. Se alegran en el cielo los santos que siguieron las huellas de Cristo, y, porque le amaron hasta derramar su sangre, reinan con el Señor eternamente.

APÉNDICE I:
Himnos en castellano
OFICIO ORDINARIO

Laudes

Como se abrió la mañana
en esplendores del día,
hoy crece en mí la alegría
para alabar al Señor.

Loado, Señor, tú seas
por el sol y por la vida.
Loado, tú, sin medida;
es mi tributo de amor.

Loado, Señor, tú seas
en el agua y en las rosas,
¡Dios mío y todas mis cosas!
Loado siempre, Señor.

Y con Francisco te alabo
hoy con toda criatura.
Que todas de tu hermosura
son pregoneras y honor.

Al Dios que es Trino y es Uno
den alabanza infinita,
que en todo ser está escrita
la grandeza de su amor. Amén.

Vísperas

La perfecta alegría
sólo está en el amor,
en un amor capaz de dar la vida.

No la dan las riquezas,
si no es una, Señor:
la de tu amor como única moneda.

No la dan los placeres,
y sí la da el sabor
de recibir de ti mieles y hieles.

Ni la da, no, el orgullo,
sino el ser servidor
de todos y por ti, por darte gusto.

La da la paradoja
de abrazarse al dolor
como tú a tu cruz de sangre y mofa.

La perfecta alegría
se logra en el amor,
en ese amor capaz de dar la vida.

Perfecta como tú, genuina joya,
dánosla ya, Señor,
como una gracia que será tu gloria. Amén.

COMÚN DE SANTOS FRANCISCANOS

Laudes

Hermanos, venid gozosos
a celebrar la memoria
de quien hizo de su historia
un holocausto de amor.

Y del Seráfico Padre
siguió el ejemplo sincero
de consagrar por entero
su corazón al Señor.

Hoy celebramos su fiesta
sus hermanos, los menores;
y cantando sus loores
pedimos su intercesión.

Que Francisco nos enseña
la oración de la alabanza
al Señor, que es esperanza,
y en sus santos, protección.

Gloria a Dios que es Uno y Trino,
cantad su bondad constante,
que no cesa ni un instante
de ser nuestro bienhechor. Amén.

Vísperas

Cuando la tarde declina
hacia el ocaso que llega,
mi alma, Señor, te entrega
su tributo de oración.

Y al celebrar a los santos
que te ofrecieron su vida,
con ellos canta rendida
las finezas de tu amor.

Francisco quiso que fueran
sus hijos agradecidos,
y en alabarte reunidos
en un solo corazón.

Hoy la plegaria que entona
nuestro pecho jubiloso
es el tributo gozoso
de gratitud a tu amor.

Gloria los santos celebren
al Trino y Único Dios.
Gloria nosotros cantemos
uniendo a ellos la voz. Amén.

SANTOS VARONES FRANCISCANOS

«¡El Amor no es amado!»  (San Francisco)

Fuiste grito enamorado
de la inefable hermosura
de una increíble locura:
Dios en hombre anonadado.
«¡Ay, y el Amor no es amado!»

Fuiste del dolor flechado
al mirar la horrible muerte
y el cuerpo sangrado, inerte,
de tu Dios crucificado.
«¡Ay, y el Amor no es amado!»

Fuiste tú el anonadado
al alimentar tu vida
con el pan y la bebida
de Jesús sacramentado.
«¡Ay, y el Amor no es amado!»

Fuiste voz, ansia, cuidado
de hacer entender a todos
los hombres, de todos modos,
que sólo existe un pecado:
«¡Ay, que el Amor no es amado!»

Hoy, ya bienaventurado,
en la familia del cielo,
danos repetir tu anhelo
de ver a Dios siempre amado.
«¡Ah, que el Amor sea amado!» Amén.

SANTAS MUJERES FRANCISCANAS

Dichosa tú, que te llamas
hermana de Jesucristo,
y que nutres con su sangre
tu amor al Padre divino,
y amas con él como a hermanos
a todos los redimidos.

Dichosa tú, que te llamas
esposa de Jesucristo,
desposada por el Padre
en el amor del Espíritu,
que compartes sus afanes
y sus bienes infinitos.

Dichosa tú, que te llamas,
sí, madre de Jesucristo,
pues en la fe lo concibes
y lo das a luz en hijos
de tu amor a los demás
y tu amor contemplativo.

Dichosa hermana y esposa
y madre de Jesucristo,
pues te llamas lo que eres,
como él mismo lo ha dicho,
y con él reinas y gozas
por los siglos de los siglos. Amén.

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